Ya en abril los propietarios de casas de fin de semana elegían pasar la cuarentena aislados, fuera del centro. Fue una decisión lógica que tomaron apenas se disparó el brote.
Con el paso del tiempo, en medio de las idas y vueltas del aislamiento al distanciamiento, muchos de quienes se habían quedado en departamentos empezaron a alquilar para pasar el verano en los alrededores de la ciudad.
Por este motivo, por ejemplo, se llegaron a alquilar casas en barrios cerrados por importes que superaban los cuatro mil dólares al mes.
Hoy ya no es sólo el alquiler. La mayor parte de quienes vivían en el centro y probaron alejarse por la pandemia optó por el nuevo destino: muchas familias decidieron cambiar su forma de vida.
Ya no importa estar lejos del centro, del shopping o del colegio. Lo importante es poder respirar aire puro, tener una huerta y desayunar en el jardín.